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Unas notas de lectura sobre el Baudelaire de Walter Benjamin, editado por Giorgio Agamben.
Un ahorismo es un aforismo que no limita ni separa. Si aforismo en su original griego (ἀφορισμός) significa ‘delimitar, separar’, un ahorismo es un aforismo que no hace ninguna de las dos cosas. Qué quieren, no me he podido resistir a jugar con ‘ahora’: por definición lo no limitado, lo que no se puede separar de nosotros.
Al fin y al cabo, delimitar y separar significan ‘situar fuera del tiempo y del espacio’, condición del éxito que ha tenido la fórmula como género literario que remite a la enseñanza oral y a la transmisión social, que aúnan el conocimiento del mundo y de lo humano con la eternidad que se le supone a la verdad. Pero también con la soledad que se le supone a la eternidad.
Justo lo contrario es lo que pretende el ahorismo. Enfrentar cualquier atisbo de verdad contra su aquí y su ahora, que tenga que erosionar su superficie contra los hechos, las opiniones, las críticas y los comentarios. Y que termine pulida y sin brillo, como los trozos de cristal que el mar deposita en la playa.
Un ahorismo deja constancia de la precariedad de su juicio. No evita los detalles: los selecciona. No emite un vaticinio sobre el futuro, sino que desgaja pedazos de realidad del presente, y los interroga en busca de más preguntas antes de exponer sus restos, fijados mediante la palabra, al escrutinio de sus coetáneos. Porque sólo importan las preguntas.
El aforismo es popular: busca la matriz pre-individual que es condición de emergencia del individuo, aunque en su formulación parezca crítico con ella; la alimenta en la búsqueda de su pureza o de una esencia que sea más verdad, más universal todavía. El ahorismo es un gesto de vanguardia, la negación de dicha matriz. Abraza la mundana inevitabilidad de la individuación y la hace evidente, buscando lo universal no en la depuración de lo contingente, sino en la acumulación de lo precario y lo local, lo sometido al tiempo y al espacio.
El ahorismo no aclara: complica. No define: enreda. No aísla: inunda. El ahorismo es un recordatorio del permanente naufragio del mundo, del que emerge como testimonio fragmentario, parcial, indigno de rescate pero sometido a la rapiña de las gentes capaces de encontrarle beneficio y sentido.
En buena medida la forma más perfecta, pero no la única posible, son las fichas del proyecto conocido como Libro de los pasajes, de Walter Benjamin, en sus distintas materializaciones, de las cuales la más conocida es sólo una etapa, y que pretendía desembocar en un libro sobre Baudelaire. Citas literales, comentarios a las citas, glosas, notas de lectura y recapitulaciones que se nos ofrecen como restos del naufragio universal, pero también del naufragio íntimo, intelectual y personal del propio Benjamin. Se nos ofrecen como ahorismos.