NUEVA FOTOGRAFÍA RECIENTEMENTE OLVIDADA

El olvido como función cultural hiperactiva. El olvido forma parte de nuestra vida diaria: sin él sería imposible dar un paso más. La memoria absoluta paraliza. El ejemplo más claro que tenemos de esto es Dios. Dios, que lo recuerda todo, está paralizado, no puede dar un paso más. Terminantemente atrofiado, se ha ido apartando del mundo y sus quehaceres, de la vida diaria del mundo, hasta quedar totalmente apartado de ella.

Nosotros mismos, hechos a su imagen y semejanza, debemos olvidar constantemente para poder levantarnos por la mañana. La supersaturación de los sentidos y del intelecto por el exceso de informaciones que nos llegan cada segundo tiene, como efecto secundario, caso de no utilizar el recurso del olvido, esa parálisis de la que ya hemos hablado. La parálisis es antidemocrática, ya que la democracia implica movimiento, actividad ciudadana constante.

Los mundos de la letra y de la imagen nos proveen con tanta información, en su competencia incesante por la voluntad del consumidor, que hemos llegado al punto en que debemos cerrar los ojos de la mente por puro instinto de supervivencia. El proyecto conocido como NUEVA FOTOGRAFÍA RECIENTEMENTE OLVIDADA se presta a esta situación social relativamente nueva con inusitada buena voluntad. La idea es producir imágenes que el espectador pueda olvidar fácilmente, imágenes que le ayuden a interpretar la realidad que le rodea, pero que no la interrumpan. En otras palabras, se trata de una fotografía débil, fácil de reemplazar, una fotografía hecha prácticamente sin objetivo. O con todos los objetivos a la vez, lo que es mejor, todavía.

A este proyecto se han sumado 14 fotógrafos de nuestra invención: Ramiro Coniglieri, Román Alpendre, Buenaventura Giner, Fernando Villavert, Lucio Alberchina, Joseba Pikaeta, Roger Colom, Arnaldo Rijoso, Olvido Mascareñas, Samuel Moscardó, Paca Jilguero, César Palangre y Ángela Nucifraga. Ninguno de ellos existe como ser humano, excepto Colom y Villavert, que somos los que firmamos este manifiesto. Los otros doce existen como personas fotógrafas, utilizando la palabra persona en su antigua acepción de máscara.

En ese sentido las máscaras sirven para olvidarnos a nosotros mismos, como fotógrafos principalmente, pero también como egos en busca del reconocimiento, del recuerdo, del no-olvido.

Así, a través de este proyecto, los primeros que queremos ser olvidados somos nosotros. Que sean catorce personas las que fotografíen e interpreten la vida y el mundo por nosotros. Que detrás de las máscaras tras las que nos escondemos no haya nadie. Que sólo haya fotos: ese frente, esa superficie, que legamos al olvido.

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